Subcomandante Marcos sobre Palestina
del Ejército Zapatista de Liberation Nacional
Hace casi 15 años, en nuestra palabra se advirtió la pesadilla. Fue en un semillero y fue por la voz del finado SupMarcos que hablamos. Va:
Tal vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta mesa, o tal vez sí. Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza violenta.
Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero entonan el mismo canto. Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena. No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente, aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.
Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares “neurálgicos” (así les dicen los manuales militares) y para “ablandar” las fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información: todo lo que se escuche y vea “en el mundo exterior”, es decir, externo al teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición aniquilando al enemigo, después la “limpieza” de los probables “nidos de resistencia”.
El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está siendo seguido paso apaso por las fuerzas militares invasoras. Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el llamado “conflicto en Medio Oriente”, pero desde este rincón algo tenemos que decir: Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos “neurálgicos” destruidos por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios civiles. No hemos visto ningún bunker, ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de cañones, entre lo destruido.
Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia, pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no existen tales puntos militares “neurálgicos”. No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y no soldados. Tampoco hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros. Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de prensa.
Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como tales, las chozas, casas y edificios donde habitan soncuarteles que hay que destruir.
Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre Gaza eran para protegerde esos hombres, mujeres, niños y ancianos, el avance de la infantería del ejército de Israel. Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier hombre, mujer, niño o anciano que logre escapar, escondiéndose, del asalto previsiblemente sangriento, será luego “cazado” para que la limpieza se complete y el jefe militar al mando de la operación pueda reportar a sus superiores “hemos completado la misión”.
Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos, deberíamos estar discutiendo y tomando posición en la discusión sobre si “sionismo” o “antisemitismo”, o que en el principio fueron las bombas de Hamás.
Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y acotaciones tan necesarios siempre en los análisis, pero, para nosotras, nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa.
¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?
¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino?
Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56 mm o 9 mm, con las letras “IMI” (“Industria Militar Israelí”) grabadas en la base del cartucho, llegue al pecho de una niña o un niño, porque tal vez nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en Gaza.
No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento. No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.
Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y “la opinión pública mundial”, ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.
Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa.
Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura. Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo. Y entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha.
Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Subcomandante Insurgente Marcos – México, 4 de enero del 2009.
Quienes eran menores de edad entonces, hace casi 15 años, y sobrevivieron, pues… Hay quienes fueron responsables de sembrar lo que hoy se cosecha, y hay quien, impune, repite la siembra.
Quienes apenas hace unos meses justificaron y defendieron la invasión de la Rusia de Putin a Ucrania, aduciendo su “derecho a defenderse de una amenaza potencial”, ahora deben estar haciendo malabares – o apostando al olvido – para invalidar ese argumento frente a Israel. Y viceversa.
Hoy hay, en Palestina e Israel -y en todo el mundo-, niños y jóvenes aprendiendo eso que enseñan los terrorismos: que no hay límites, ni reglas, ni leyes, ni vergüenzas. Ni responsabilidades.
Ni Hamás ni Netanyahu. El pueblo de Israel pervivirá. El pueblo de Palestina pervivirá. Sólo necesitan darse una oportunidad y empeñarse en ella.
Mientras tanto, cada guerra seguirá siendo sólo el preludio de la siguiente, más feroz, más destructiva, más inhumana.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés – México, octubre del 2023
Di semine e raccolti
Il Subcomandante Marcos sulla Palestina
di Esercito Zapatista di Liberazione Nazionale
Quasi quindici anni fa, nelle nostre parole, abbiamo intravisto un incubo. Era in un seminario ed era attraverso la voce del defunto SupMarcos che parlavamo. Diceva:
Forse quello che sto per dire è irrilevante per il tema centrale di questa tavola rotonda, o forse no. Due giorni fa, proprio nel giorno in cui parlavamo di violenza, l’ineffabile Condoleezza Rice, funzionario del governo statunitense, dichiarava che quanto stava accadendo a Gaza era colpa dei palestinesi, a causa della loro natura violenta.
I fiumi sotterranei che attraversano il mondo possono cambiare geografia, ma intonano lo stesso canto. E quella che sentiamo ora è una canzone di guerra e di dolore. Non lontano da qui, in un luogo chiamato Gaza, in Palestina, nel Medio Oriente, accanto a noi, un esercito pesantemente armato e addestrato, quello di Israele, continua la sua avanzata di morte e distruzione.
I passi compiuti sono, finora, quelli di una classica guerra militare di conquista: prima un massiccio e intenso bombardamento per distruggere i punti «nevralgici» militari (così li chiamano i manuali militari) e per «ammorbidire» le fortificazioni della resistenza; poi il ferreo controllo dell’informazione: tutto ciò che si sente e si vede «nel mondo esterno», cioè fuori dal teatro delle operazioni, deve essere selezionato con criteri militari; ora un intenso fuoco di artiglieria sulla fanteria nemica per proteggere l’avanzata delle truppe verso nuove posizioni; poi sarà l’accerchiamento e l’assedio per indebolire la guarnigione nemica; quindi l’assalto che conquista la posizione annientando il nemico, poi la «pulizia» dei probabili «nidi di resistenza». Il manuale militare della guerra moderna, con alcune variazioni e aggiunte, viene seguito passo dopo passo dalle forze militari di invasione.
Noi non ne sappiamo molto e, a ben vedere, ci sono specialisti del cosiddetto «conflitto mediorientale», ma da questo angolo (del mondo ndt) abbiamo qualcosa da dire: Secondo le foto delle agenzie di stampa, i punti «nevralgici» distrutti dall’aviazione governativa israeliana sono case, capanne, edifici civili. Non abbiamo visto bunker, caserme o aeroporti militari, o batterie di cannoni, tra ciò che è stato distrutto. Quindi, scusate la nostra ignoranza, o pensiamo che gli artiglieri abbiano una pessima mira o la verità è che non ci sono punti militari «nevralgici» a Gaza.
Non abbiamo avuto l’onore di conoscere la Palestina, ma presumiamo che queste case, capanne ed edifici fossero abitati da persone, uomini, donne, bambini e anziani, non da soldati. Non abbiamo nemmeno visto fortificazioni, ma solo macerie. Abbiamo assistito, invece, al tentativo, finora inutile, di oscurare i media, all’esitazione dei vari governi del mondo nel prendere una posizione rispetto all’invasione, e alla figura dell’ONU, da tempo inutile, capace solo di emettere tiepidi comunicati stampa.
Ma aspettate. Ci è venuto in mente che forse per il governo israeliano questi uomini, donne, bambini e anziani sono soldati nemici e, come tali, le capanne, le case e gli edifici in cui vivono sono caserme da distruggere. Quindi sicuramente il fuoco che è caduto su Gaza questa mattina presto era per proteggere da questi uomini, donne, bambini e anziani l’avanzata della fanteria dell’esercito israeliano.
E la guarnigione nemica che si vuole indebolire con l’assedio di Gaza non è altro che la popolazione palestinese che vi abita. E l’offensiva cercherà di annientare quella popolazione. E ogni uomo, donna, bambino o anziano che riuscirà a sfuggire, nascondendosi, all’assalto prevedibilmente sanguinoso, sarà poi «braccato» in modo che la pulizia possa essere completata, in modo che il comandante militare incaricato dell’operazione possa riferire ai suoi superiori «abbiamo completato la missione».
Perdonate ancora una volta la nostra ignoranza, forse quello che stiamo dicendo è, in realtà, fuori tema, o qualcosa del genere, a seconda dei casi. E che invece di ripudiare e condannare il crimine in corso, da indigeni e guerrieri quali siamo, dovremmo discutere e prendere posizione sul fatto che si tratti di «sionismo» o «antisemitismo», o che tutto sia partito dalle bombe di Hamas.
Forse il nostro pensiero è molto semplice, e ci mancano le sfumature e i dettagli che sono sempre così necessari nell’analisi, ma, per noi, noi zapatisti e zapatiste, a Gaza c’è un esercito di professionisti che uccide una popolazione inerme.
Chi sta in basso e a sinistra può tacere?
Serve dire qualcosa? Le nostre grida fermeranno qualche bomba? Le nostre parole salveranno la vita di un bambino palestinese?
Noi pensiamo di sì, forse non fermeremo una bomba o la nostra parola non diventerà uno scudo corazzato che impedirà a quel proiettile calibro 5,56 mm o 9 mm, con le lettere «IMI» («Israeli Military Industry») incise sulla base della cartuccia, di raggiungere il petto di una bambina o di un bambino, ma forse la nostra parola riuscirà a unirsi ad altre in Messico e nel mondo e forse diventerà prima un mormorio, poi una voce forte, e poi un urlo che sentiranno fino a Gaza.
Non sappiamo voi, ma noi,zapatiste e zapatisti dell’EZLN sappiamo quanto sia importante, in mezzo alla distruzione e alla morte, sentire qualche parola di incoraggiamento.
Non so come spiegarlo, ma si scopre che sì, le parole da lontano forse non bastano a fermare una bomba, ma sono capaci di aprire una crepa nella stanza nera della morte per farvi entrare un po’ di luce.
Altrimenti, succederà quello che succederà. Il governo israeliano dichiarerà di aver inferto un duro colpo al terrorismo, nasconderà al suo popolo l’entità del massacro, i grandi produttori di armi avranno guadagnato un po’ di respiro economico per affrontare la crisi e «l’opinione pubblica mondiale», quell’entità malleabile e sempre uguale a sè stessa, si girerà dall’altra parte.
Ma non solo. Succederà anche che il popolo palestinese resisterà e sopravviverà e continuerà a lottare, e continuerà a ricevere solidarietà dal basso.
E, forse, sopravviverà anche un ragazzo o una ragazza di Gaza. Forse cresceranno e, con loro, il coraggio, l’indignazione, la rabbia. Forse diventeranno soldati o miliziani di uno dei gruppi che combattono in Palestina. Forse combatteranno contro Israele. Forse lo faranno sparando con un fucile. Forse si immoleranno con una cintura di candelotti di dinamite intorno alla vita.
E allora, dall’alto, scriveranno della natura violenta dei palestinesi e condanneranno la violenza e il dibattito tornerà schiacciato tra sionismo o antisemitismo. E nessuno si chiederà chi ha seminato quello che stiamo raccogliendo.
A nome degli uomini, donne, bambini e anziani dell’Esercito zapatista di liberazione nazionale.
Subcomandante Insurgente Marcos – Messico, 4 gennaio 2009
Coloro che all’epoca, quasi 15 anni fa, erano minorenni e sono sopravvissuti, beh…. C’è chi è stato responsabile della semina di ciò che si sta raccogliendo oggi e c’è chi, impunemente, continua a seminare.
Chi solo pochi mesi fa giustificava e difendeva l’invasione dell’Ucraina da parte della Russia di Putin adducendo il “diritto di difendersi da una potenziale minaccia“, ora deve destreggiarsi – o scommettere sulla dimenticanza – per invalidare tale argomentazione di fronte a Israele. E viceversa.
Oggi, in Palestina e in Israele – e in tutto il mondo – ci sono bambini e ragazzi che imparano ciò che il terrorismo insegna: che non ci sono limiti, né regole, né leggi, né vergogna. Né responsabilità.
Né Hamas, né Netanyahu. Il popolo di Israele sopravviverà. Il popolo palestinese sopravviverà. Devono solo darsi una possibilità e impegnarsi. Nel frattempo, ogni guerra continuerà a essere solo un preludio alla successiva, più feroce, più distruttiva, più disumana.
Dalle montagne del Sud-est messicano.
Subcomandante Insurgente Moisés – Messico, ottobre 2023.
Sabato, 4 novembre 2023 – n°44/2023
In copertina: il Subcomandante Marcos nel 2001 – Foto: Orianomada – CC BY-SA 3.0